Europa en la encrucijada: actuar o sucumbir
Todo indica que la re-reproducción de algunas de las caricaturas danesas, el estreno del cortometraje del diputado holandés Geert Wilders y un enfoque más agresivo sobre la expansión de la agenda islamista por parte de los nuevos líderes europeos ha desencadenado las iras de Al-Qaeda.
Frente a la yihad islámica, Europa debe responder con políticas realistas y firmes
Por George Chaya
Varias páginas yihadistas han recogido y están dando difusión a dos fuertes mensajes que el líder de Al Qaeda, Osama ben Laden, lanzara en las últimas semanas. En ellos, el jefe terrorista amenaza a Europa con la yihad completa y absoluta en el total de su geografía, y promete recuperar en breve Al Ándalus para el pueblo de Mahoma en lo que parece ser la contundente respuesta islamista a las recientes expresiones de autoafirmación del continente europeo.
Todo indica que la re-reproducción de algunas de las caricaturas danesas, el estreno del cortometraje del diputado holandés Geert Wilders y un enfoque más agresivo sobre la expansión de la agenda islamista por parte de los nuevos líderes europeos ha desencadenado las iras de Al-Qaeda
La vanguardia yihadista europea no encontraba esta oposición desde hacía años, porque Europa viene retrocediendo hacia la dhimmitud como no se ha visto en siglos, y la nueva clase dirigente emergiendo del viejo continente está provocando dolores de crecimiento en la otra orilla del Mediterráneo. La reacción, aunque tenue de momento, puede ser el principio de una política de rescate del continente.
La situación de partida en la Europa actual es alarmante. Sólo desde el 11 de Septiembre:
Francia ya ha designado más de 3 zonas a las que la policía del estado no puede entrar, y en las que el Código Napoleónico ha sido discretamente sustituido por la shari'a.
Bélgica ha desistido de deportar a los inmigrantes ilegales de África del Norte, que llevaban a cabo huelgas de hambre en diversas mezquitas de Bruselas.
Una jueza alemana desestimaba la demanda interpuesta por una mujer marroquí molida a palos por su esposo, argumentando que el estado alemán “no debe negar ni violentar sus creencias islámicas [del marido] y la cultura islámica”.
El Arzobispo de Canterbury insta a los británicos a aceptar la legalización de la shari'a en el Reino Unido.
Los taxistas musulmanes de Noruega se niegan a transportar pasajeros ciegos, dado que sus perros lazarillo son “impuros” según el islam.
Aunque es ahora que Europa parece despertar lentamente, es llamativo pues observar el extremo de deterioro en que se encuentran los valores que sustentan al viejo continente. No son solamente los episodios de pasividad del estado y su resistencia a implementar el estado de derecho, al mismo tiempo incluso que aprueba documentos que dictan lo contrario, como el Tratado de Lisboa recién ratificado. La clase política europea parece escandalizarse en extremo con cuestiones como Abú Ghraib o sufrir ataques epilépticos ante la mera mención de la palabra “Guantánamo”, pero ante realidades como la invitación a decapitar al Papa Benedicto XVI por el discurso de Regensburg o los bombardeos del norte y el sur de Israel con artillería pagada desde Irán y Siria, la clase política europea no parece igual de resuelta. Un funcionario del Departamento de Estado comentaba recientemente al Washington Post que las causas que defiende Europa le recuerdan a Margaret Thatcher con las Islas Malvinas: “no miente, es que sufre amnesia selectiva”.
Y no es ningún secreto decir que los primeros en notarlo, antes que los europeos, son los yihadistas. Es pues lógico que sean ellos los primeros en acusar el cambio.
¿Durará esta situación? En su interpretación islamista, la principal diferencia entre el islam y el resto de las doctrinas religiosas monoteístas reside en que la doctrina del islam es dos cosas a la vez: sagrada e inmutable. Para las demás, la palabra de Dios es sagrada (por venir de él) pero está sujeta a interpretaciones. En el islam, la palabra es sagrada e inmutable a la vez, y cualquier cambio va contra Dios por este motivo. Sumado a que el Corán es un texto en el que ideas como "ofrecer la otra mejilla", "amar al prójimo como a uno mismo" o ”la igualdad inherente entre todos los seres humanos" brillan por su ausencia, todo esto nos garantiza muchas sorpresas en el futuro. Europa acabará pues despertando, porque es cuestión de tiempo que la sorpresa sea lo bastante… sorprendente. Pero la pregunta es más bien a qué precio; ¿un explosivo químico en el metro de Londres? ¿Un suicida nuclear en París? Contra más tarde despierte, será más elevado el precio.
En mi opinión, lo que está sucediendo no es que Europa despierta, sino que los europeos a todos los niveles, desde las ciudades pequeñas a sus medios de comunicación, empiezan a comprender que el islam radical no comparte absolutamente nada en común con su propia visión de Europa como federación de países libres cuna del vals y el Moet. El problema reside en que la colosal burocracia europea, gobernada holgadamente por la izquierda política, está blindada frente a la opinión pública europea. La reciente ratificación del Tratado de Lisboa, subterfugio político para aprobar lejos de los europeos el tratado europeo rechazado con anterioridad, es prueba de que la ciudadanía europea no siempre decide el aro por el que pasa. Que la situación actual por tanto dure o no dependerá de si los ciudadanos europeos logran llamar o no la atención de sus líderes.
La yihad de Al Qaeda, por supuesto, no es una disciplina espiritual ni es yoga ni meditación, y ya sea mediante la da'wa (predicación), la infiltración o la destrucción, no va a esperar a que los europeos se decidan.
En el problema de Europa con la yihad se aglomeran muchos factores: el precio del petróleo, la cantidad de inmigrantes musulmanes en los suburbios o las políticas de defensa son unos cuantos. Lo que estos episodios nuevos ponen de manifiesto es que el problema de Europa es el mismo que el de Afganistán, Irak, Israel, el Líbano o Estados Unidos. Se trata de si toda una sociedad se atreve a ser libre y elegir su propia forma de vida o no, y lo que está dispuesta a hacer para defender su respuesta a esa pregunta.
Frente a la yihad islámica, Europa debe responder con políticas realistas y firmes, que deben llevarse hasta sus últimas consecuencias; cualquier cosa inferior a esto no funcionará, porque por primera vez en la historia, ya no está en juego un conflicto en algún país lejano; está en juego la propia existencia de Europa dentro del marco internacional de lucha contra el terrorismo.
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jueves, 31 de julio de 2008
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