viernes, 9 de noviembre de 2007

LA PARADOJA DE LA VREACION

La Paradoja de la Creación
El Cuento del Príncipe-Pavo Una vez, el hijo del rey se volvió loco. Pensaba que era un pavo. Se sentía compelido a sentarse bajo la mesa, desnudo, y a hurgar entre las migajas de pan y huesos, tal como un pavo. Ningún médico podía hacer nada para ayudarlo, o curarlo, abandonando la tarea desesperanzados.
El rey estaba muy triste... Hasta que llegó un Hombre Sabio y dijo: "Yo puedo curarlo."¿Y qué es lo que hizo el Hombre Sabio?, Se quitó todas sus ropas, y se sentó, desnudo, bajo la mesa, junto al hijo del rey, hurgando también migajas y huesos.
El Príncipe le preguntó: ¿"Quién eres, y que estás haciendo aquí?"¿"Y que es lo que tu estás haciendo aquí?"respondió."Soy un pavo," dijo el Príncipe.
"Bueno, yo también soy un pavo," dijo el Hombre Sabio.
Y los dos estuvieron allí, sentados, uno junto al otro, durante algún tiempo, hasta que acostumbraron a verse. Entonces el Hombre Sabio hizo una señal y le arrojaron camisas. El Hombre Sabio-Pavo le dijo al hijo del rey: ¿"Tú crees que un pavo no puede usar una camisa? Se puede usar una camisa y seguir siendo un pavo." Los dos, entonces, se vistieron con las camisas. Luego de un tiempo, dió otra señal y les arrojaron unos pantalones. Nuevamente el Hombre Sabio dijo: ¿"Tú crees que si usas pantalones dejarás de ser un pavo?" Y se pusieron los pantalones. Y de esta manera, una a una, se fueron vistiendo con el resto de las prendas . Luego, el Hombre Sabio dio una señal, y les bajaron comida humana desde la mesa. El Hombre Sabio le dijo al Príncipe: ¿"Crees que comiendo buena comida no serás más un pavo? Puedes comer esta comida y seguir siendo un pavo." Y comieron. Entonces le dijo: ¿"Tú crees que un pavo tiene que sentarse debajo de la mesa? Puedes ser un pavo y sentarte arriba, a la mesa."Y así fue como el Hombre Sabio trató con el Príncipe, hasta que al final lo curó completamente.
Rebe Najmán de Breslov
Bajo la Mesa
¡"Pobre de los hijos que se encuentran exiliados de la mesa de su Padre!" (Berajot 3a)
El Príncipe se encuentra allí, desnudo, bajo la mesa. Sus ropas están desparramadas a su alrededor. Si no se viste con ellas, no podrá sentarse a la mesa junto con su padre. Pero el Príncipe no se mueve. Por lo que a él respecta, no es un Príncipe. Es un Pavo. Ni siquiera reconoce esas finas y delicadas vestimentas. Y de hecho no
tienen relación alguna con él. ¿Qué interés podrían tener para un Pavo, si no son comestibles! Mucho más llamativas e interesantes son las migajas y los huesos.
¿Un cuento gracioso? ¿Extraño? ¿Trágico? ¿Absurdo? ¿Qué es lo que significa? ¿Por qué un Pavo? ¿Por qué desnudo? ¿Qué son las migajas y los huesos? ¿Y por qué, de todos los lugares posibles, está debajo de la mesa?
Orden versus Sin Sentido El sentarse a la mesa es mucho más que el acto físico de comer. Hay una cultura entera detrás: la manera en que está puesta la mesa, el orden de servir los platos, las conductas y conversaciones. El comer en la mesa es simbólico de orden. Y ésto es especialmente verdadero en la corte real, cuando el rey participa del banquete ceremonial con sus íntimos, sus oficiales y con huéspedes distinguidos, y cuando "todo dice "Gloria" (salmos 29:9): el espléndido comedor con sus brillantes candelabros, las hermosas sillas y las mesas suntuosamente servidas; los cortesanos vestidos con las ropas adecuadas e insignias; cada uno sentado en su lugar en el orden estricto de las jerarquías; etiqueta, decoro y una nube de atareados sirvientes. En el centro de todo se sienta el rey, con la mesa real delante de él. Y está el Príncipe, acurrucado, debajo, hurgando entre migajas y huesos. El Príncipe nada percibe del orden y del esplendor que lo rodean. ¡Todo lo que ve es un mundo sin orden, un mundo de Pavo!
Desde allí abajo todo se ve de una manera totalmente diferente a como se vería desde un punto de vista normal. La hermosa y espesa tela del mantel que cae por todos los lados de la mesa obstruye la mayor parte de la luz que proviene del comedor, haciendo de ese lugar un ámbito penumbroso y lóbrego. Y espiando hacia el mundo de fuera del mantel, todo lo que el Príncipe alcanza a ver es la parte inferior de las cosas: piernas y no rostros.
Desde su actual punto de vista, sólo las migajas y los huesos tienen sentido. Y convencido de que es un Pavo, el Príncipe considera que todo aquello que ve es el mundo-Pavo tal cual debería ser. ¿Qué motivo habría para pensar que esas, extrañas formas que lo rodean son solamente la parte inferior de algo mucho más grande, de un mundo al cual está mirando desde el peor ángulo posible?
Dada la manera azarosa en que caen las migajas y huesos, ¿por qué debería pensar que alguien, en su solitario mundo, se ocupa de él? ¿Cómo podría saber que su padre, el rey, está detrás de él, preocupado, y pendiente de cada uno de sus movimientos, esperando el mínimo gesto de recuperación? y efectivamente, el rey ha dispuesto instrucciones especiales para que sus camareros deslicen bajo la mesa, de manera subrepticia, una cantidad de nutritiva comida, evitando así que el pobre niño fallezca de hambre. Porque de hecho, los invitados reales son normalmente, lo suficientemente corteses como para no dejar caer la mitad de su comida al suelo.
Pero en cuanto al Príncipe respecta, él es un Pavo, en un mundo-Pavo, y no existen ni rey ni corte. Nadie se ocupa de nadie, y nada está bajo el control de nadie. No hay gobierno, ni providencia ni orden. Todo es azar. Y aquí debajo está todo lo que existe. Nada más tiene sentido. Este es todo el universo. Pero el pequeño mundo de debajo de la mesa se encuentra, realmente, en el palacio del rey. Y las maderas de la mesa que constituyen el cielo, las patas talladas que lo mantienen, el mantel que marca sus limites, los pies de los cortesanos que
cierran por todos lados, el suelo sobre el que se apoya todo, e incluso los trozos de comida de los que se alimenta el Príncipe, todo ello es parte integral de la corte del rey. Sin embargo, a los ojos del Príncipe, esto no parece estar en el interior de un gran palacio. A sus ojos, el, mundo que lo rodea es un mundo separado
e independiente. Se encuentra en el exterior, afuera, es un mundo-Pavo.
La Paradoja de la Creación
El interior parece ser el exterior, y sin embargo, el exterior es realmente el interior. La ubicación del Príncipe-Pavo debajo de la mesa es una metáfora de nuestra situación en este Mundo: el mundo en el cual vivimos nuestros ciento veinte años, el mundo que podemos ver, sentir, oír, olfatear y gustar, con toda clase de
formas minerales, vegetales, animales y humanas; con los cielos y los planetas, las estrellas y los cuerpos celestes, y el espacio exterior que se extiende quién sabe hasta donde.
Desde nuestro punto de vista, el mundo sensible y material puede parecer un ámbito independiente y autosustentado. Es imposible comprobar, con indiscutible evidencia, la existencia de un poder superior controlando o influenciando los sucesos. El universo parece funcionar de acuerdo a sus propias reglas: las leyes de la naturaleza, la probabilidad, etc. Nosotros mismos nos damos cuenta que nuestra existencia se halla determinada, en gran parte, por circunstancias que se encuentran más allá de nuestro control: nuestra naturaleza biológica, o la educación y el entorno, etc. Y sin embargo, por otro lado, en muchas áreas tenemos completa libertad de actuar tal como queramos. Cuando deseamos levantar una mano, lo hacemos. Nos sentimos seres independientes y autónomos. Pero la Torá nos enseña: "En el comienzo creó Dios...;" (Génesis 1:1), que este mundo no es independiente, auto-sustentado. El mundo material que experimentamos a través de nuestros cinco sentidos dista mucho de ser la suma total de todo lo que existe. En realidad, es un mundo creados el más bajo de un sistema interconectado de mundos-sobre-mundos, que en su conjunto conforman la creación. Son el reino de Dios. El los creó a todos.
La paradoja de la creación es que nada existe sin Dios, y sin embargo Dios trajo a la existencia un ámbito que aparenta existir de manera independiente. ¿Por qué? Un Mundo de Elecciones Nuestros Sabios explicaron que Dios es intrínsecamente bueno. La esencia del bien es hacer el bien a otros. Y en conformidad con esto, el propósito de Dios en la creación fué el traer a la existencia criaturas que fuesen los recipientes de Su
bondad. Ya que Dios es el único y verdadero bien, Su propósito sólo podía lograrse entregando Su propio y perfecto bien a Sus criaturas. Así, conformó a la creación de manera tal de darle a las criaturas la oportunidad de unirse lo más completamente posible a Dios Mismo, al verdadero bien. Aunque los seres creados son incapaces, de obtener la perfección de Dios, pueden al menos tener una parte en ella mediante el apego a El, con todos los niveles de su ser. Y el hombre fué el ser creado como recipiente de este bien. Dios podría haber otorgado al hombre Su bondad como un regalo. Pero, para lograr un disfrute pleno del bien, el receptor debe ganarlo. En otras palabras, debe trabajar para obtener la perfección por sí mismo, y no recibirla como un regalo gratuito.
Así, entonces, la creación del hombre trajo involucrada la creación de un sistema en el cual el hombre pudiera ganar su conexión con Dios por su libre voluntad y mediante sus propios esfuerzos. Y ésto se logró construyendo un ámbito que contenía abundantes oportunidades para buscar la perfección Divina, conjuntamente con otras que desmerecían esa búsqueda. El hombre es colocado en este ámbito para trabajar, durante un tiempo determinado.
Al luchar por unirse a la Bondad, buscando la perfección, y evitando cualquier cosa que lo aleje de ello, el hombre gana su cercanía a Dios, a través de sus propios esfuerzos. Puede entonces disfrutar del placer del bien de Dios en el siguiente período de recompensa. La Divinidad es intrínsicamente buena y todo aquello que lo aleje a uno de Ella es malo, y por lo tanto indeseable. Pero si ésto fuese absolutamente evidente para el
hombre, no habría desafio. Sería obvio que el único objetivo valedero es la Divinidad. Para activar este desafío, fue necesario que la verdadera bondad de Dios se le ocultara al hombre, al tiempo, que el mal tuviera una atracción propia, haciéndolo objeto de una posible elección. Dios es todopoderoso, y por lo tanto capaz de crear el mal, y hacerlo aparecer atractivo. Y de esta manera trajo Dios a la existencia un mundo que nos ofrece abundantes posibilidades para buscar una conexión más cercana con Dios, unirse al mal y separarse de El. Se nos ha dado libertad de elección. Aunque de hecho Dios está en todos lados, este mundo está diseñado como para ocultar la Divinidad.
Superficialmente, las atracciones del mal pueden parecer tan fuertes como aquellas del bien. Nuestra tarea en este mundo es el revelar las posibilidades Divinas que se encuentran presentes, aprendiendo a distinguir entre el bien y el mal: debemos rechazar el mal y aferramos al bien, para incorporar Divinidad en nuestras propias
almas. Esta misma tarea nos hace sentir a Dios, y cuando acabe nuestro tiempo prescripto en este mundo, continuaremos disfrutando de los resultados de nuestro esfuerzo en el Mundo que Vendrá. En la parábola del Príncipe-Pavo, Éste Mundo está representado por el penumbroso ámbito de debajo de la mesa, donde está sentado el Príncipe. Aunque su pequeño mundo es parte integrante de la corte, para el Príncipe parece ser completamente independiente y separado. Y ésto se debe a que su visión de la corte se halla casi completamente bloqueada por el mantel. Inclusive las patas de la mesa, las piernas y aquellas otras formas que son visibles desde su inusual perspectiva, tienen un aspecto tan extraño que se toman incomprensibles. De igual manera, toda la creación es el reino de Dios. Este Mundo es parte integrante de él, y la Divinidad está en
todos lados. Pero aquí, en Este Mundo, nuestra visión se halla distorsionada. Pues para traerlo a la existencia, Dios tuvo que ocultarse, velo tras velo, tapando la luz y creando así las condiciones para la prueba del hombre.
Las vestimentas del Príncipe se hallan desparramadas por todos lados. Si sólo pudiera ponérselas, formaría parte de la corte y disfrutaría de todos los privilegios y placeres que le corresponden por derecho. De igual manera, Este Mundo está lleno de oportunidades para elevamos hacia una conexión con Dios, si sólo pudiésemos reconocerlas y dedicamos a ellas. Pero, tal como para el Príncipe-Pavo, hurgar entre migajas y huesos es lo más relevante y satisfactorio, así estamos nosotros preparados para sentirnos interesados e involucrados en la gran cantidad de alternativas poderosamente atractivas que nos rodean.
Avraham Greenbaum

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