jueves, 6 de septiembre de 2007

EL MILAGRO JUDIO ALEMAN

El milagro judío-alemán
POR RAMIRO VILLAPIERNA. CORRESPONSAL EN BERLÍN.Diario ABC España
Un grupo de niños y adultos miran expectantes desde el escalofrío de su escultura en bronce en el cementerio de Mitte. Aguardan inmensamente solos y petrificados. El miedo animal en sus caras es un reproche a esta ciudad que era faro de la modernidad y arrasó las lamparillas que se encendían cada viernes en las ventanas y se amputó con ello buena parte de su actividad neuronal.
Para este grupo en bronce y millones de hebreos no hubo milagro la noche de Cristales Rotos, hace 69 años, pero disparatadamente sí para la sinagoga de la Rykestrasse: salvada de la barbarie por los vecinos, al objeto prosaico de que no ardieran sus casas colindantes. Mayor aún es el milagro de ver tres cuartos de siglo después cómo una nación ha perseverado en enmendar su crimen y una bullente vida vueve a echar raíces y abren tahonas «kosher».

Como se vio en la reapertura de ésta de la Rykestrasse, la mayor sinagoga de Alemania -y un año antes con la grande de Múnich-, al irse el viernes la luz por las 12 ventanas de las viejas tribus originarias e iniciarse el «sabbath», los libros de la Torá volvían a estar en el arca cubiertos por el terciopelo azul del «parokhet». «De niño fue mi casa, luego lo perdí todo», dijo emocionado en la reapertura el rabino Rozwaski, «las almas de todos los desaparecidos viven en nosotros».
Sobre su «bimah» o púlpito leyó los rollos de la ley por primera vez el rabino Leo Trepp, hoy con 94 años y en silla de ruedas, retornado para la inauguración. Un símbolo junto a la silla de ruedas también del ministro del Interior, Wolfgang Schäuble, quien confirma que el templo, como otros lugares hebreos, tendrá protección las 24 horas del día.
Buena parte de Centroeuropa no ha vivido en sí, sino fuera de sí, desde que el rabino Trep se salvó y los suyos no: en Israel, en Nueva York o en su mayor parte en el agujero sin fondo de Auschwitz. Antes había habido los Heine, Kafka, Roth, Canetti, Kisch, Weill y tantos que no sólo produjo aquel mundo sino que lo describieron imperecederamente. Quienes los habían de suceder se perdieron en los hornos que siguieron a aquella noche de los Cristales Rotos, orquestada por un grupo de delincuentes que secuestró al Estado entre el aplauso general.
No puede olvidarse que el ventajismo impunemente salteador acompañaba a toda su retórica racial, como muestra el despacho enviado esa noche por el jefe del departamento de la Gestapo para Enemigos del Sistema, advirtiendo a las comisarías de no intervenir pero sí evitar la «pérdida de propiedad judía». «20.000 o 30.000 judíos van a ser detenidos, se trata de hacerse en primer lugar con los más pudientes»: jerarcas y coleccionistas esperaban ya por toda Europa el botín. En el curso de 4 días mataron a 400 ciudadanos judíos y casi todas las sinagogas y cementerios de Alemania y Austria fueron destruidos. Sobre Europa había caído la noche y no habría ya lamparillas que recordasen la luz eterna de la «menorah» de Jerusalén.
Tras 3 años de denodado esfuerzo, los arquitectos han recuperado para la Rykestrasse la cúpula azul estrellada, bajo la que habrá espacio para más de un millar de fieles. Alemania, tan «konsekuent» en lo que se propone, realiza sus deberes y, con su política de acogida y reestablecimiento de una judería alemana, ha logrado en 15 años multiplicar por 10 su número: de 23.000 en 1991 a 250.000 hoy, la mitad de ellos practicantes; en Berlín, donde ardieron 170 sinagogas, han pasado de mil a 12.000 los judíos y en Viena son 7.000. Se calcula que 560.000 había en la Alemania en los años 30, explica el responsable del Centrum Judaicum en las jornadas culturales que incluyen una nueva escuela ortodoxa de los Chabad Lubawitsch.
Un pequeño milagro europeo, pero cabe preguntarse cuánto tardará en cuajar y forjar un Benjamin , un Mahler, un Zweig, un Max Reinhardt, un Cuckor, un Stroheim o una Edith Stein. Un mero Einstein o un Billy Wilder.

Fuente ABC.es

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