De Israel al Mundo
El silencio, un imposible. Mientras existan tachos de basura, tubos de PVC, latas de aceite, sartenes, altavoces, bocinas y personas capaces de componer una eufórica melodía de ritmos a partir de estos instrumentos no tradicionales, como los integrantes de Mayumana y de El Choque Urbano, la cartelera porteña seguirá sonando y sonando gracias a estos ruidos que van y a los que vienen.
Walter Zaga, el "tambor" argentino del elenco multicultural de Mayumana -que aterrizará mañana sobre el escenario del Opera- Buenos Aires, , descubrió su pasión por el ritmo en la misma audición a la que fue por casualidad, mientras se encontraba en la casa de una amiga en Israel. "Me pusieron en fila, me dieron un palo de escoba y uno de batería. Me marcaron una frase rítmica: tum ta ta tum... y me pidieron que la reproduzca". A partir de entonces, y hace más de nueve años, esa frase rítmica y tantas otras lo persiguen día y noche y lo sorprenden "en busca del ruido en los objetos", cuenta el artista de 36 años que, como muchos de los más de 45 integrantes de Mayumana, proviene del mundo del baile. Por eso, al momento del entrenamiento, que demanda dos "intensos" meses, tuvo que aprender de percusión, de actuación y fusionar disciplinas. "Me costó bastante desarrollar la técnica de la percusión. El cuerpo debe incorporar ese nuevo lenguaje. Si uno viene de la música sucede lo mismo. En la audición había un baterista que era excelente, pero sólo sentado", recuerda, y agrega que en la instrucción de los aspirantes había actores que enseñaban a los músicos y bailarines que prodigaban clases de baile a los primeros. Así es como los bailarines se convirtieron en músicos, los bateristas en actores, y todos en el conjunto que hoy se traduce en un combo de destreza física, impacto visual, percusión y danza. "Siempre me toca hacer el asado -se queja el argentino que marca el ritmo entre el retumbante elenco de 20 nacionalidades-. Hay muchos israelíes, y otros provenientes de Suecia, Londres o Brasil."
El nacimiento del sonido
"Uno escucha percusión desde la panza", enseña Zaga, que no tardará en subrayar los humildes inicios del grupo. La historia de Mayumana se escribe desde un húmedo subsuelo en Tel Aviv, donde un grupo de inquietos jóvenes ensayaban pequeñas presentaciones para llevarlas hacia lejanos y extraños lugares. En sus comienzos todo el espectáculo imaginado por Eylon Nuphar, Boaz Berman y el productor Roy Oferen en 1997, con sus decorados y su escenario, se trasladaba en un pequeño camión. "Era imposible imaginar que terminaría siendo un show multicultural que viajaría por todo el mundo", reconoce Walter, que se unió al grupo de danza y percusión un año después, el mismo que a la fecha lleva realizadas más de 5000 mil presentaciones en 30 países.
"Era difícil explicarles a mis padres lo que hacía: golpear tachos de basura", dice, entre risas, el bailarín que recién pudo demostrarles a sus parientes de lo que era capaz valiéndose de tan rudimentarios objetos, cinco años después, en la primera visita del grupo a la Argentina, en 2003. Hoy, quizá le sería más fácil porque Mayumana suma más de doscientos mil espectadores en nuestro país y cuatro millones alrededor del mundo.
Blue Man Group, Tap Boys y Stomp son sus referentes, pero el artista insiste en que lo más importante es la manera en que se llega al tacho de basura. "Cada uno muestra su manera de llegar hasta ahí, y eso proyecta un trabajo distinto. El ritmo es lo que tenemos en común, lo que compartimos todos, pero sobre la idea del ritmo hay distintas maneras de llevarla a cabo", distingue. La originalidad de Mayumana, que nace de la palabra hebrea Mayumanut, que significa habilidad y destreza, reside en su intento de partir desde lo más simple para llegar al extremo, forzando las habilidades físicas del elenco en todo momento.
"Todo es posible, podés llegar", es el mensaje que se libera en el show que combina la percusión, el movimiento y la comedia. "Mi número preferido es el de los cuatro hombres sentados en una mesa que empiezan a hacer ruido con las palmas y, de repente, se descontrola todo. Son las cosas más simples llevadas al extremo", explica quien forma parte del grupo que ha cumplido una década al servicio del ruido aderezado por un sutil humor y un desborde hacia el absurdo. Sobre el impacto que el revuelo de decibeles y pasos voladores causa en el estático público, Zaga opina que la gente "sale pateando tachos". La primera vez que los vio él sintió algo parecido. "Salí de ahí saltando; no lo podía controlar. Me sacudió la energía porque tocó una fibra íntima", concluye.
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jueves, 11 de septiembre de 2008
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1 comentario:
Yo soy israeli hija de argentinos, y me enorgulleceria mucho poder ver a Mayumana en argentina. queria preguntarles de paso aqui si sabian como para recomendarme de buenos aires un hotel, ubicado cerca de donde ello se presentaran? Gracias saludos =)
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