miércoles, 21 de mayo de 2008

OPINION Natan Lerner

Opinión
16/05/2008 | Opinión
Desafíos de la actualidad mundial
Este comentario es escrito antes del comienzo de la monumental serie de eventos de carácter internacional que acompañan la celebración del sexagenario de la proclamación de la independencia de Israel.
La lista de dignatarios y ex dignatarios que llegaron a Israel para participar en la convención convocada por el presidente Peres y en las demás actividades programadas, es un indicio de los ambiciosos objetivos perseguidos.
Entre esas actividades figuró una consulta auspiciada por el Instituto para la Planificación de la Política del Pueblo Judío, con participación de personalidades de Estados Unidos y Canadá, Europa Occidental, Europa Oriental, América Latina e Israel. A los efectos de esa consulta, Stewart Eizenstadt, ex subsecreetario de Estado y del Tesoro de los Estados Unidos, preparó un documento sobre los de- safíos que la actualidad mundial y los procesos geo-políticos que están teniendo lugar plantean ante Israel y el pueblo judío. Por su carácter comprehensivo y sistemático, es útil resumir el documento y comentarlo.
Cinco son los aspectos que se subrayan en el análisis de Eizenstadt.
El primero es la sustitución del sistema político y económico en el que la hegemonía absoluta era de los Estados Unidos por un nuevo sistema en el que hay actores tan importantes como China, India y Rusia. Por mi parte anadiría también el papel que incumbe en el mundo de hoy a Europa, con el papel rector de la Unión Europea, y a la América Latina, afectada por procesos de cambio imposibles de ignorar.
El segundo elemento que require cuidadosa consideración es lo que se ha dado en llamar "la guerra de las civilizaciones'', eufemismo que en esencia se refiere al enfrentamiento del Islam con Occidente, tema que puede ser no tan central como se supuso hace unos años pero que, sin duda alguna, tiene un gran impacto sobre el mundo entero.
Entre este elemento y el tercero, el ascenso del Islam extremista y la agravacion del terrorismo internacional, existe una estrecha conexion. Desde luego, no todo el terrorismo es musulmán, y no todo el Islam merece ser descripto como terrorista. Pero hay en el Islam un amenazador y potente sector fundamentalista que require cuidadoso examen y máxima atención.
El cuarto factor a que se refiere el estudio de Eizenstadt es la presencia e influencia de riesgos derivados de fenómenos no tradicionales, tales como la proliferación nuclear, el calentamiento del planeta y los cambios demográficos.
Finalmente, dice el documento, está la cuestión que afecta directamente al pueblo judío: el aumento del antisemitismo combinado con anti israelismo.
Este punto debe, sin duda, ser objeto de clarificación, en mi opinión. No hay una superposición absoluta, sostengo, aunque hay mucha discusión al respecto, entre hostilidad a Israel y antisemitismo. Hay antisemitas pro israelies (los fundamentalistas cristianos, por ejemplo) y hay gente que ataca a Israel pero que no son antisemitas en el sentido clásico del término (por ejemplo algunos intelectuales de izquierda y entre ellos judíos).
Claro, sin embargo, que hay puntos de contacto entre antisemitismo y anti israelismo cuando esta última actitud implica negar a los judíos el derecho a la autodeterminación política que se reconoce a favor de todo otro grupo nacional.
Las conclusiones que el autor del documento extrae de la acumulación de los cinco elementos que analiza es interesante. Varios de ellos actuan igualmente sobre otros países y comunidades.
Por otro lado, Israel se encuentra en una buena situación económica y es fuerte en términos militares. Israel puede, deduce Eizenstadt, dar respuestas creativas a los desafíos que enfrenta. Entre sus necesidades inmediatas figura limitar la fuga de cerebros, incrementar la inversión en el ámbito educativo y, en el político, obtener fronteras permanentes y seguras reconocidas por la comunidad internacional y que permitan preservar el carácter judío y democrático del Estado.
He resumido el interesante estudio en base a lo informado por la prensa, ya que no he tenido oportunidad de leerlo en su totalidad.
En lo expuesto existe abundante material para la reflexión, y esta es una necesidad de la hora.
El punto de partida de esa reflexión no debe ser ni un optimismo extremo engendrado por el festival del sexagenario ni un pesimismo desalentador causado por la hora dramática que vive Israel bajo la influencia de los alarmantes episodios que ensombrecen su vida pública y ponen en duda la capacidad del país y sus dirigentes para establecer normas de conducta que la democracia y el arte de gobernar requieren.
Si se consigue llevar a cabo la reflexión serena y constructiva señalada, habrá valido la pena invertir las decenas de millones que las celebraciones han costado, y las críticas en este terreno parecen justificadas.
Sesenta años no es mucho en la historia de una nación milenaria que ya en los comienzos de su desarrollo brindó una gigantesca contribución al pensamiento humano. En la vida de un pueblo que emergió de la Segunda Guerra Mundial tan castigado demográficamente, la creación del Estado y su impresionante foja de logros en estas seis décadas merecen, sin embargo, ser debidamente celebrados. No hay contradicción entre estas dos observaciones.
Lo que quiero decir es que la forma adecuada de celebrar la fecha es precisamente la reflexión seria sobre el futuro.
Tal vez la agitación y las emociones involucradas en los festejos no constituyen el marco más apropiado para el examen serio y autoritativo del estado de la nación. Pero pueden ser el punto de partida de un esfuerzo conjunto de Israel y la diáspora para movilizar sus mejores recursos intelectuales a ese efecto.
Natan Lerner

No hay comentarios: