lunes, 24 de septiembre de 2007

Actos antisemitas en la Argentina

Lunes 24 de setiembre de 2007 Editorial del Diario La Nacion Buenos Aires

En un informe del Departamento de Estado norteamericano, conocido por estos días en nuestro país, se da cuenta de que, según las estadísticas de la DAIA, en 2006 hubo en la Argentina 586 quejas por incidentes antisemitas.

El documento, cuyo nombre es Informe sobre libertades religiosas , incluye, entre esas 586 quejas, 25 amenazas, acciones terroristas o de violencia física, y 396 casos de propaganda antisemita (grafitis, pintadas y distribución de literatura).

Ahora bien, de este número de quejas se desprende, como lo indica el mismo documento, que ha habido un aumento del 35 por ciento más de incidentes de este tipo respecto del año 2005.


Asimismo, se incluyen varios ejemplos concretos de actos de hostilidad contra entidades o integrantes de la colectividad judía: entre otros, las canciones antisemitas que fanáticos del club Defensores de Belgrano cantaron contra los simpatizantes del club Atlanta durante un partido de fútbol, el 21 de noviembre de 2006, o los eslóganes antisemitas lanzados de viva voz durante las manifestaciones hechas frente a la embajada de Israel durante el conflicto entre Hezbollah y el Líbano en 2006. Es decir, que las circunstancias y las situaciones pueden ser bien diferentes.

Este documento del Departamento de Estado norteamericano fue dado a conocer muy poco antes de que el presidente argentino, Néstor Kirchner, y su esposa, candidata a la presidencia para las elecciones de octubre próximo, viajaran ayer a Nueva York, junto con los familiares de víctimas del atentado contra la AMIA del 18 de julio de 1994, para entregar ante la Asamblea General de las Naciones Unidas 150 mil firmas que exigen la captura de los sospechosos de haber planificado o cometido el atentado en el cual perecieron 86 personas y hubo muchísimos heridos.

Evidentemente, se ha tratado de una coincidencia fortuita el hecho de que se publicara este documento casi contemporáneamente con la visita a los Estados Unidos de nuestro presidente.

Además, ha quedado en claro que el Departamento de Estado norteamericano considera que el gobierno argentino promueve, en general, la libertad de religión en el país y, además, el diálogo entre distintas confesiones.

Sin embargo, esta estadística muestra de manera muy concluyente y comprensible , porque es un espejo que nos devuelve nuestra imagen como es vista desde el exterior, que nunca se pueden bajar los brazos en este tema.

Efectivamente, la sociedad argentina ha sufrido, en 1992 y en 1994, dos ataques lamentables que, aunque parecían dirigidos a un sector específico, representado por la embajada de Israel en la Argentina y la tradicional sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), la mayoría de los argentinos supo admitir como dirigidos contra todos los habitantes de la república. Por esta razón, cualquier incidente antisemita que ocurra en nuestro país debe ser motivo más que valedero para seguir estando muy alerta a ese respecto.

Vale la pena recordar que hace un año un grupo de dirigentes políticos y sociales emitió una declaración pública en la cual se advertía sobre la aparición de inquietantes manifestaciones de antisemitismo en nuestro país. Entre otras expresiones de tan bárbara intolerancia, se hizo referencia a las perversas leyendas antisemitas pintadas en la sede de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. En esa declaración se pedía también que los argentinos hiciéramos honor a las obligaciones y los pactos internacionales que nos comprometen a combatir la propagación del racismo y de toda manifestación de contenido xenófobo.

El sociólogo y filósofo germano-inglés Ralf Dahrendorf, en su artículo, publicado en este diario, "Un nuevo antisemitismo", observaba que, en estos tiempos violentos que corren para toda la humanidad, no debería sorprendernos que resurgiera el más antiguo de nuestros resentimientos perversos y letales: el antisemitismo, en su forma clásica (ataques contra sinagogas, cementerios y otros lugares simbólicos) y en su nueva forma: un sentimiento más generalizado de hostilidad hacia todo lo judío.

Por esa razón, de manera unánime los argentinos debemos tomar muy en cuenta estas estadísticas que la DAIA proveyó al Departamento de Estado de los Estados Unidos. Nadie más interesado que nosotros en construir una sociedad libre de odios antirraciales de cualquier especie u origen. Por ende, ningún gesto o acto de discriminación o intolerancia racial o religiosa puede ni debe ser considerado inocente o episódico.

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