jueves, 30 de agosto de 2007
Parashá Ki Tavó - Entres
Torá desde Jerusalem
Parashá Ki Tavó - Entres
Libro Devarim / Deuteronomio (26:1 a 28:69)
Resumen de la Parashá
La parashá de esta semana comienza con el enunciado que realiza Moshé sobre las ceremonias a realizarse en la Tierra de Israel referidas a las leyes de las primicias (bikurim), los primeros frutos de las siete especies (minim). Los mismos debían ser presentados ante el sacerdote (cohén). También recuerda las leyes del diezmo de la cosecha (maaser) de cada tercer año del ciclo de la shemitá, como el apartar maaser para los levitas, los huérfanos y las viudas.
Moshé recuerda al Pueblo de Israel que el cumplimiento de los mandamientos del Eterno, sin desviarse de Sus caminos y Sus mandatos, los recompensaría con la elevación del Pueblo sobre los demás.
Otra instrucción que Moshé y los ancianos dieron al Pueblo, es que una vez cruzado el río Jordán, debían colocar grandes piedras en el monte Eival, sobre las que escribirían todas las palabras de la Ley. También, y en segunda instancia, debían construir un altar de piedras y sobre él sacrificar ofrendas. En tercer lugar, las doce tribus debían ratificar la aceptación de las Leyes del Todopoderoso, ubicándose seis tribus sobre el monte Guerizim representando las bendiciones y las otras seis debían ascender al monte Eival representando las maldiciones. Los levitas se ubicarían entre los dos montes y procederían a advertir a quienes cometieran pecados, como los de idolatría, faltar el respeto a los padres, desplazar los límites de separación con el vecino, poner obstáculos al ciego, no actuar con justicia con el extranjero, el huérfano o la viuda, el mantener ciertas relaciones prohibidas, herir traicioneramente al prójimo, recibir soborno, no cumplir con los mandamientos de la Torá. Ante cada advertencia, el Pueblo debía responder "Amén". Luego procederían a bendecir, por seguir los caminos del Eterno.
Moshé enfatizó sobre lo qué sucedería si el Pueblo se conducía observando los mandamientos del Eterno, y así lograrían prosperidad en sus ciudades, sus campos, sus ganados, sometiendo a los enemigos y estando por sobre las demás naciones. Por el contrario, su comportamiento contrario, traería como consecuencias enfermedades, hambruna y muerte y la Tierra de Israel sería destruida y dominada por naciones violentas, y los judíos diseminados y convertidos en esclavos.
Por último, Moshé comenzó su última exposición ante el Pueblo, exhortándole recordar al Todopoderoso que los protegió en Egipto, durante los cuarenta años en el desierto y los seguiría protegiendo en el futuro.
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