viernes, 24 de agosto de 2007

Parashat Hashavua

Parashat Hashavua KI-TETZÉ 5767 25 de agosto, 2007 11 de Elul 5767
Devarim - Deuteronomio 21:10 - 25:19


Hace algunos años, durante una conferencia, me tocó compartir hotel con una convención de pastores bautistas. En cierto momento, caminaba por el pasillo detrás de tres ministros cuando el primero preguntó al segundo: "¿Por dónde se va a la piscina?", y el segundo respondió: "Al final del pasillo a la izquierda." El tercer ministro rápidamente corrigió a su colega: "No, por ahí no, es al final del pasillo a la derecha." En este punto, el primer ministro lanzó una mirada incrédula al segundo, que evidentemente le había dado la dirección equivocada, y preguntó: "¿Me quieres llevar por el mal camino?" Aunque las palabras que usó fueron obviamente hiperbólicas, tocó un punto subrayado por los comentaristas en la parashá de esta semana.
"Si vieres extraviado el buey de tu hermano, o una res de su ganado menor, no te apartarás de ellos con disimulo; sin falta los harás volver a tu hermano. Y si tu hermano no está cerca de ti, o tú no le conoces, lo recogerás dentro de tu casa, y estará contigo hasta que lo busque tu hermano, y se lo devolverás. Así también harás con su asno, y así harás con su vestido, y así harás con toda cosa perdida de tu hermano, que se le hubiere perdido, y tú la hubieres hallado; no podrás disimularlo." (22:1-3)

La primera vez que nos encontramos con el precepto relativo a objetos perdidos es en Éxodo (23:4), pero de ningún modo es tan exhaustivo como aquí en Deuteronomio. Ramban destaca la repetición y, como haría cualquier buen comentarista, explica que hay una diferencia esencial entre los dos mandatos (aparte del hecho de haber usado más palabras). "Aquí en el Deuteronomio, se agrega que el buey se ha `extraviado', mientras que el Éxodo se refiere a un buey que `deambula', al que no sería muy difícil hacer volver al camino correcto; sin embargo, ahora nos referimos a que se ha "extraviado', a que se ha ido demasiado lejos." Enfocándonos en los distintos verbos hebreos utilizados en cada versículo, Ramban comenta que un buey que `deambula" es fácil de corregir, mientras que uno que se ha "extraviado" requiere de recursos más significativos para hacerlo regresar a casa. Así pues, nuestra obligación se extiende hasta este caso, cuando tendríamos que hacer un verdadero esfuerzo para retornar el buey.
Pero según la representación de los sabios, la mitzvá real va más allá de lo que esperaríamos. El devolver objetos perdidos implica el que nos involucremos activamente en la devolución. Como ejemplo, veamos un midrash de Rabí Pinjas ben Yair.
"Cuando Rabí Pinjas ben Yair vivía en una ciudad del sur, algunos hombres llegaron allí a trabajar. Ellos traían dos medidas de cebada que le pidieron guardar, y que olvidaron al momento de irse. Rabí Pinjas ben Yair sembró la cebada año tras año, la cosechó y la guardó. Pasados siete años los hombres regresaron, y cuando Rabí Pinjas ben Yair los reconoció, les dijo: `Venid a tomar vuestros graneros llenos de grano.' De la fidelidad del hombre puedes aprender la fidelidad de Dios." (Deuteronomio Rabá 3:3)
Mientras que esta historia ilustra claramente el grado al que los rabinos debieran llegar en el cuidado y devolución de objetos perdidos, lo que me intriga sobre el midrash es la última línea. "De la fidelidad del hombre puedes aprender la fidelidad de Dios." Hay una dimensión casi mística de la acción de Rabí Pinjas ben Yair. A través de su compromiso con estos forasteros, demuestra lo que él cree es el compromiso de Dios con la humanidad.
Esto es particularmente relevante en estos días de nuestro calendario. Conforme avanzamos en el mes de Elul, buscamos un tipo similar de "retorno". Teshuvá (retorno) se convierte en el foco central de toda esta temporada, comenzando con Elul y continuando hasta las Altas Festividades. El Rabino Adin Steinsaltz, en su famosa obra "La Rosa de Trece Pétalos", comenta esta idea de "extraviarse" y la conecta con el proceso que nos prepara para las Altas Fiestas. "La lejanía de Dios es, por supuesto, no un asunto de distancia física, sino un problema de relación espiritual. La persona que no anda por el camino correcto no es la que está más lejos de Dios sino, más bien, aquel hombre cuya alma está orientada y se relaciona con otros objetos" (129).
Lo que Steinsaltz reconoce es que, cuando nos hemos desviado del camino, sin importar cuán alejados estemos, no estamos más distantes físicamente de Dios. Aunque espiritualmente podamos sentirnos distantes, nuestra distancia real es siempre la misma. Lo que cambia es nuestra percepción. Teshuvá, entonces, es un problema de cambio de percepción, de alteración de nuestros sentimientos hacia Dios, y de reconocer que Dios permanece cerca aun cuando lo sintamos remoto. Tender puentes, cerrar brechas, es el reto de Elul.
Esa es la esencia de la mitzvá de devolución de objetos perdidos. Aunque el buey pueda haber vagado muy lejos de su casa, el dueño todavía mantiene una conexión con él, y eso es lo que nos obliga a enfocar nuestros esfuerzos para restituirlo. Asimismo, aunque tal vez sintamos que nos hemos desviado del camino correcto, Dios anticipa nuestro retorno. Y, como declaran nuestros versículos del Deuteronomio, la clave es que no debemos "permanecer indiferentes" (22:3). El calendario judío nos regala estos días durante el mes de Elul para eliminar esa distancia enfocando nuestros recursos, como habría hecho Rabí Pinjas ben Yair, para regresar a Dios.
Shabat shalom,
Rabino Marc Wolf
Fuente Unión de Congregaciones Judías de Latinoamérica y El Caribe

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