AARGENTINA
ESTE ARTICULO APARECIÓ PUBLICADO EN LA REVISTA DEL DIARIO LA NACION
Al final del articulo puede ingresar a los comentarios que hicieron los lectores del diario sobre esa nota.
Palestina hoy
La tierra donde se encuentran Oriente y Occidente nunca fue realmente un Estado. Seis millones de palestinos viven apiñados en dos pequeños territorios, acosados por la presión israelí, entre la pobreza, el miedo y la muerte
Suele haber algo de discrecionalidad en el acto de elegir fotos para contar una vida. Porque no siempre se hace justicia.
En Europa, por ejemplo, se suele afirmar que entre lo mejor que le puede ocurrir a un enfermo figura dar con un médico palestino: tienen excelente prestigio. Y ocurre que los seis millones de palestinos no son particularmente gritones. Ni tampoco andan encapuchados y con armas. Pero cuando se habla de ellos, ésas suelen ser las fotos: armas y gritos. Un terrorista.
Hubo un tiempo en que las imágenes eran otras. Y de eso hablan, hoy, las paredes de los modestos hostales –esos que están fundidos por seis décadas de guerra y ni un turista–, donde suele haber copia de viejas litografías. Las preferidas son las de un tal David Roberts, que viajó por Tierra Santa alrededor de 1850 y dejó volúmenes de encantadores dibujos en los que los palestinos de entonces siembran la tierra. Y luego se ven los camellos, los minaretes y los médanos suaves como partituras.
El contraste entre aquella visión y la de hoy es enorme. Antes, daban ganas de ir. Hoy, aunque se quiera, no se puede: el ingreso en Palestina depende de los pasos que controla el Estado de Israel. Y no siempre abre la puerta.
En el momento de escribir estas líneas, por ejemplo, ya hay decenas de personas muertas en el paso de Rafa –uno de los tres que tiene el territorio de Gaza para conectarse con el mundo–, que permanece cerrado desde hace semanas. Los palestinos que quieren volver a su casa no pueden: sin dinero, permanecen bajo el sol. De esa espantosa agonía, que levanta indignación entre israelíes, no hay ni una sola foto. La gente muere esperando que se abra una barrera.
Palestina, la tierra donde Oriente y Occidente se encuentran, la tierra donde convergen las tres religiones monoteístas, nunca fue un Estado. Y, pese a que se le reconoció el derecho, sigue sin serlo. Hoy, los seis millones de palestinos viven apiñados en dos franjas de territorio que, en conjunto, suman tanto como Tierra del Fuego. Una es Gaza, recostada sobre el Mediterráneo y encerrada por alambres. La otra es Cisjordania, rodeada por el muro que hizo construir el gobierno israelí.
Se vive allí una vida de pobreza y miedo. Compartirla es una experiencia perturbadora, donde la muerte y la opresión están presentes. Los chicos corren entre los llamados “campos de refugiados”, donde, desde hace décadas, se hacinan quienes perdieron su casa en la tierra que hoy ocupa el Estado de Israel. Entre sus primeras palabras figura “zanana”, que es como en árabe se dice “zumbido”: les sirve para advertir que se acerca un caza no tripulado y que puede atacar, como ocurre a menudo. La Nacion lo escuchó varias veces. Y da pánico. Ellos viven con miedo todos los días.
Algo pasó entre las litografías del siglo pasado y el miedo de hoy. Palestina, la tierra de paz, es hoy un grito en la conciencia. Un grito como de foto, de esos que se miran y no se escuchan.
Por Silvia Pisani
INGRESAR AQUÍ PARA LEER LAS CRITICAS DE LOS LECTORES
jueves, 9 de agosto de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario